miércoles, 17 de septiembre de 2008

Chistes de judios, chistes de rabinos, humor judio

Chistes de judios, chistes de rabinos, humor judio


Un rabino y un cura chocan en una avenida.
El rabino baja de su auto y auxilia al cura que está un poco aporreado.
- Padre, ¿está bien?
- Sí
- ¿Seguro?, revísese bien.
- Si, estoy seguro.
- Gracias a Dios. Bueno, esto hay que festejarlo. Saca una botella de whisky importado , de buen añejado y le ofrece un trago al cura, quien acepta gustoso para pasarse el susto.
- Estamos bien, ¡¡¡ gracias a Dios !!!
Tómese otro traguito...
El cura toma.
- Que alegría que estamos bien, padre, tome otro más.
El cura pregunta extrañado:
- Rabino, ¿usted no toma?
- No, yo espero a la policía.

Un paisano polaco, Shloime, recién llegado a la Argentina va a sacar el permiso de conducir y tiene que hacer el examen de la vista. El oculista le muestra un letrero escrito con letras p pruebas:
C Z W I X N O S T A C Z
Le pregunta: "Puede leer esto?"
Shloime contesta: "Leerlo? Claro, si yo conozco a este hombre, era mi vecino!


Un emperador del Sol Naciente, anunció la búsqueda de un nuevo jefe guerrero samurai. Para el cargo, aplicaron tres candidatos, un Japonés, un Chino y un Judío
-"Demuestren sus habilidades" exige el emperador.
El samurai japonés, se adelanta, abre una pequeña caja y libera a una mosca. Saca su sable y !Shshsh!, la mosca cae cortada en dos.
El samurai chino, libera la mosca de su caja, saca el sable y shshsh,shshsh la mosca cae dividida en 4 partes.
Le toca el turno al samurai judío, libera la mosca, saca el sable y shuuhsh, la mosca emite un agudo chillido pero sigue volando como si nada ..
El Emperador asombrado e indignado pregunta: "Que clase de habilidad es esa?la mosca está aun viva"
El samurai judío responde: "Querido Emperador......., matar una mosca es fácil, pero hacerle la circuncisión, es realmente una habilidad" .......


En un compartimiento de un tren viajaban solo dos personas: un joven elegante y silencioso y, frente a el, Myriam, una anciana judía.
A los pocos minutos de ponerse en marcha el tren, Myriam quiso conversar con el joven y sin muchos preámbulos le interrumpió su silencio para preguntarle:
-¿Dígame, señor, es usted judío?
El joven la miro sorprendido y le respondió:
-¿Yo, judío? De ninguna manera.
Myriam, algo defraudada, guardo silencio un buen rato y luego insistió:
-¿Pero alguien de su familia es judío?.
-No. Ni yo, ni mis parientes son judíos.
De nuevo se produjo un silencio, pero a los pocos minutos Myriam dijo:
-¿Esta completamente seguro de que no es judío?
-Completamente seguro.
Pero como Myriam no se daba por vencida, el joven decido darle en el gusto para que terminara de interrogarlo y le dijo:
-Bueno, señora. Le voy a decir la verdad: soy judío.
-No me diga. ¡Así que es judío! Pues no lo parece.