miércoles, 11 de agosto de 2010

Chistes de final triste

Chistes de final triste

Un tipo va por la calle con cara de preocupado cuando se encuentra con un amigo:
- Hola, ¿que te pasa que estas tan serio?
- Es que le preste 2000 dólares a un amigo para que se hiciera la cirugía estética, y ahora no puedo cobrarle.
- ¿Por qué?
- No lo reconozco...


Luego de una larga marcha un manco, un cojo y un parapléjico al santuario de Lourdes, para ver si allí pueden curarles algo.
Durante el camino, el parapléjico se mostraba descreido de los milagros y sus amigos intentaban levantarle el ánimo.
Cuando llegan al manantial el manco decide meter el muñón en el agua bendecida, al rato saca el brazo y ve que tiene la mano completa.
- ¡Dios mío, gracias por este milagro, te rezaré todos los días!
El cojo se queda alucinado y decide meter él también la pierna; al cabo de un rato la saca y dice:
- ¡Dios mío! ¡Milagro, mi pie vuelve a estar en su sitio y con todos sus dedos! ¡Gracias!
Le toca el turno al parapléjico, quien más confiado, empieza a pedir:
- ¡Por favor, compañeros, métanme a mi entero en el agua, a ver si yo también me curo!
Sus amigos, de la alegría que tienen, lo meten con la silla de ruedas dentro del agua y un momento después lo sacan.
- ¿Qué pasa? ¿Cómo te sentís? ¡Intentá levantarte!
El parapléjico intenta pararse, pero tras varios intentos se rinde:
- No puedo, esto no sirve de nada.
Y le dicen sus amigos:
- ¿Cómo que no te sirvió de nada? ¡Mirá tu silla! Ahora tiene ruedas de aluminio, espejo retrovisor y con motorcito barbaro!!!


A bordo de un tren, un pasajero leía tranquilamente un diario, cuando ve pasar por el pasillo a un enano hecho una furia con dos valijas ...
El tipo lo mira con atención y ve como va y viene.
A los dos minutos vuelve a pasar, para el otro lado del pasillo, hecho una furia.
- Que maldita suerte!... Que maldita suerte!, se quejaba el enano.
Después que habrá pasado unas diez veces, el pasajero intrigado lo encara.
- Qué te pasa, viejo?
- Es que me equivoqué de tren, este es el directo a Luján y me tengo que bajar antes. Voy a llegar tarde a una reunión y ese me paso porque ponen los carteles tan alto que no llego a leerlos.
Al pasajero le da tanta lástima el pobre enano con sus dos valijotas que le tira una propuesta.
- Escuchame, vamos a hacer esto: cuando el tren pasa por la estación reduce un poco la velocidad, entonces yo te doy una mano para que te bajes.
El enano desesperado acepta. Cuando llega la estación y el tren baja la velocidad a unos 80 Km/h el pasajero lo toma al enano de los hombros asomados los dos por la puerta del primer vagón y lo empieza a acercar a la plataforma. El enano movía como loco las piernitas intentando igualar la velocidad del andén, hasta que le grita al pasajero:
- Largame loco, que ya puedo!!!
Y ahí nomas lo suelta al enano con sus dos valijas hecho un bólido en el andén a toda carrera y plena velocidad.
Satisfecho de su obra de bien vuelve a sentarse y disfrutar de su diario cuando a los pocos minutos lo ve pasar de vuelta al enano por el pasillo, descontroladísimo, todo transpirado, despeinado, babeando, los ojos desencajados y arrastrando sus dos valijas.
- Que maldita suerte!... Que maldita suerte!.
Intrigadísimo le pregunta el tipo que lo había ayudado:
- Pero... ¿Qué te pasó ahora? ¿que hacés arriba del tren?
A lo que el enano lacónicamente responde:
- Cuando me soltaste en el anden, seguí corriendo para no irme de trompa al piso... fue ahí cuando el guarda que venía en el último vagón, al grito de "Vamos enano que perdés el tren!" me manoteó del saco y me subió de nuevo.